Infecciones de la columna vertebral

Las infecciones de la columna vertebral (discitis o espondilodiscitis) son procesos no muy frecuentes que afectan más a ancianos e inmunodeprimidos.

Lo que ocurre es una implantación por vía hematógena o por contigüidad de un germen en un espacio discal produciendo una destrucción infecciosa del mismo y de los dos cuerpos vertebrales adyacentes.

El germen causal suele ser un germen habitual de los llamados piogénicos y en ocasiones la causa es la implantación de una micobacteria como la de la tuberculosis.

La afectación séptica de la columna suele causar dolor en la zona, febrícula y raramente fiebre alta y poco más desde el punto de vista clínico.

Radiográficamente, en un principio no existen alteraciones llamativas y sólo la resonancia es capaz de captar alteraciones que permitan el diagnóstico.

Otra posibilidad es la infección aguda o crónica de unos implantes colocados en cirugías previas.

FAQs

¿Cómo se debe proceder en el enfoque de una infección vertebral?

Cuando pasada la fase de sospecha se identifican cambios en la radiografía simple y/o en la resonancia magnética, el paso siguiente es identificar el germen causal mediante una biopsia que, de menos a más, se debería hacer mediante aguja fina con TAC y si falla plantear la biopsia con aguja gruesa.

No se debería empezar tratamiento antibiótico sin tener una muestra fiable y un diagnóstico microbiológico establecido a no ser que el paciente tenga un cuadro de infección generalizada.

En el caso de infecciones agudas de implantes se debe tomar muestras desde la herida para intentar identificar el germen.

¿Cuál es el tipo de tratamiento de una infección vertebral?

En la espondilodiscitis el tratamiento inicial y fundamental es el control de la infección mediante antibióticos para lo cual es de gran utilidad tener identificado el germen mediante los cultivos.

El tratamiento antibiótico puede precisar de apoyo en ortesis y/o en implantes a distancia para control del dolor y ayuda al control de la infección.

La cirugía en fase aguda de una espondilodiscitis tiene su lugar en el contexto de compresiones neurológicas y/o ante la mala evolución del control de la enfermedad en pacientes sometidos a tratamiento antibiótico.

Cuando la infección es aguda en el contexto de implantes colocados en cirugía previa, el tratamiento correcto pasa por el lavado quirúrgico de la herida, la toma de abundantes muestras para estudio microbiológico, desbridamiento de la herida y, en general, no retirar el implante con la intención de salvar el procedimiento previo. Se pueden precisar varios lavados quirúrgicos en varios días en función de la evolución del problema.

Cuando se trata de una infección crónica se debe valorar la necesidad de retirar implantes y tratamiento de la infección.

¿Qué tipo de anestesia se utiliza?

Cuando está indicado el tratamiento quirúrgico, la anestesia es, habitulamente, general.

¿Cuál es la evolución habitual de un proceso infeccioso en la columna vertebral?

En las espondilodiscitis agudas si se consigue identificar el germen y su sensibilidad, el tratamiento antibiótico correctamente realizado (primero intravenoso y posteriormente oral) permite la curación del problema en un alto porcentaje de los casos.

Puede ocurrir que el disco afectado se fusione espontáneamente lo que implica una curación del cuadro infeccioso y del problema mecánico asociado a la destrucción vertebral y discal por la infección.

En otras ocasiones no se produce este tipo de fusión espontánea originando dolor residual con o sin deformidad, lo que obliga a realizar procedimientos quirúrgicos encaminados a fusionar la zona inestable para control del dolor asociado o no, a procedimientos más amplios correctores de la deformidad acompañante. Eso puede precisar una o varias cirugías por una o varios abordajes.

Cuando nos referimos al proceso infeccioso local tras una cirugía que aparece en el postoperatorio reciente, infección aguda del lecho quirúrgico o del implante, el tratamiento mediante lavado, desbridamiento y antibioterapia suele controlar la infección y salvar el implante. Es decir, la curación es posible con poco riesgo para el procedimiento previo.

En los casos denominados crónicos suele ser preciso retirar el implante y el pronóstico de curación es más incierto.